¡Saludos! A la mayoría de las personas se nos ha enseñado a vivir de los frutos de la mente, pero sólo unos pocos viven y se alimentan de los frutos del corazón. Aquí les va una hermosa historia.
Un joven discípulo, soñó que entraba en un supermercado recién inaugurado y, para su sorpresa, descubrió que era su maestro espiritual quien se encontraba atrás del mostrador.
– ¿Que vendes aquí? – le preguntó.
– Todo lo que tu corazón desee – respondió el maestro.
Sin atreverse a dudar lo que estaba oyendo de boca del maestro, el joven discípulo, emocionado, se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear:
– Quiero tener amor, felicidad, sabiduría, paz de espíritu y ausencia de todo temor – dijo el joven-. Deseo que en el mundo se acaben las guerras, el terrorismo, el narcotráfico, las injusticias sociales, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos.
Cuando el joven terminó de hablar, el maestro le dijo:
– Creo que no me has entendido bien. Aquí no vendemos frutos; solamente vendemos semillas que se siembran en los corazones de la gente. Si tienes un corazón fértil, entonces las semillas prenderán, y si las cuidas con trabajo y dedicación, al cabo de un tiempo florecerán y darán frutos.
Queridos amigos, en sus corazones ya han sido sembradas las semillas de todo lo que desean en su vida; sólo tienen que ablandar el corazón para hacerlo tierra fértil, y trabajar con pasión y entusiasmo, con paciencia y dedicación, y la abundancia que hay en ustedes, florecerá, dará frutos y enriquecerá sus vidas.
¡Abrazos al corazón!
Alex Vales