¡Saludos! La vida y las personas, son un perfecto espejo que nos devuelve lo que le damos. Aquí les dejo una historia para reflexionar.
Jorgito, un niño pícaro y travieso, que no sabía aún lo que era el eco, se divertía en el campo montado sobre un palo de escoba (simulando que era su burro) y gritaba:
-¡Arre! ¡Arre! Burroooo!!!
Pero inmediatamente oyó las mismas palabras en el bosque cercano. Creyendo que otro niño estaba escondido en él, le preguntó:
-¿Quién eres?
Y la misteriosa voz repitió inmediatamente:
-¿Quién eres?
Jorgito, con bronca por la falta de respuesta, le gritó entonces: – Eres un estúpido. Y enseguida la misteriosa voz repitió las mismas palabras.
Entonces Jorgito se enojó mucho y lanzó palabras cada vez más injuriosas contra el desconocido que suponía escondido; pero el eco se las devolvía con la máxima fidelidad. Jorgito corrió al bosque para descubrir al insolente y vengarse de él, pero no encontró a nadie. Entonces marchó a su casa, y fue a consolarse con su mamá de lo que le había sucedido, diciéndole que un niño mal educado, escondido en el bosque, lo había insultado.
“Esta vez te has engañado, pues lo que has oído ha sido el eco de tus mismas palabras” – le dijo la madre -. “Si tú hubieras dicho en alta voz una palabra afectuosa, la voz de la que me hablas, te hubiera respondido también en términos afectuosos.”
Queridos amigos, lo mismo sucede en nuestras vidas. Por lo general, el proceder de los demás para con nosotros es el eco de nuestra conducta para con ellos. Si somos cordiales y amorosos con los demás, los demás lo serán con nosotros. Si, en cambio, somos descorteses, ruines y groseros con nuestros semejantes, no tenemos derecho a esperar ser tratados de diferente manera.
¡Abrazos al corazón!
Alex Vales