Estimados, ¿como están? Les dejo una historia maravillosa para reflexionar sobre el uso que le damos a nuestras palabras y cómo hacernos escuchar.
Hubo una vez un brujo malvado que una noche robó mil lenguas en una ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que sólo hablaran cosas malas de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños.
En muy poco tiempo, en la ciudad sólo se hablaban cosas malas de todo el mundo, y todos comenzaron a enojarse, a discutir y a pelear.
Al ver la situación , un Gran Mago decidió intervenir y hacer un encantamiento sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de las lenguas empezaba a criticar, la orejas se cerraban fuertemente para impedir que la gente oyera.
Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas…
¿Quién ganó la batalla?
Con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie las escuchaba?, y como eran lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y constructivas de todo y de todos, las orejas se abrían y volvían a escucharlas, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su hechizo.
Recordá que hablamos para ser escuchados y que el valor de tus palabras está dado por la cantidad de orejas que se abren cuando hablas.
¡Abrazos al corazón!
Alex Vales