¡Hola queridos amigos! Si prestamos debida atención, podemos observar que todo aquello que deseamos ser, hacer y tener en nuestras vidas es porque juzgamos que al serlo, al hacerlo, al tenerlo… seremos más felices! Queremos ser profesionales en algo y al lograrlo, somos felices! Queremos hacer una obra de caridad, y al hacerla, somos felices! Queremos tener un auto, una casa, un trabajo, una pareja, o lo que sea, y al conseguirlo, somos felices! De modo que la mayoría de las personas, buscan afuera lo que los haga feliz por dentro! Hago aquí dos observaciones: 1- si nuestra felicidad depende de que logremos ser, hacer o tener lo que deseamos…¿Qué pasa si no lo logramos? 2- si conseguimos el objeto de nuestro deseo y luego lo perdemos ¿Qué emoción nos provoca la pérdida…felicidad?
En el comienzo de la humanidad, se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza; los dotaron de inteligencia, fuerza, voluntad y un sinnúmero de dones preciosos, pero decidieron ocultarles la felicidad, para que al obtenerla con esfuerzo y mucho trabajo obtuvieran así la sabiduría y se convirtieran, como ellos, en Dioses.
Pero, ¿dónde podrían ocultar los Dioses la felicidad para que los humanos no la encontraran fácilmente?
Después de mucho pensar uno de los Dioses dijo: ¡Ya sé!, vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo; y los demás dioses dijeron, no, la encontraran con facilidad.
Luego propuso otro: Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, a lo que los demás Dioses contestaron, no, sigue siendo relativamente fácil.
Uno más dijo: Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra, y le dijeron: ¡Tampoco!, ellos llegarán algún día a otros planetas y la descubrirán.
El más sabio de los Dioses, que había permanecido en silencio, escuchando a los demás, propuso esconder la felicidad dentro del hombre mismo, en su corazón, y dijo: estarán tan ocupados buscándola fuera de ellos mismos que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo mismo.
¡Queridos amigos! El camino que conduce a la felicidad, no tiene kilómetros y kilómetros de largo y no está tan lejos como pensamos, sino muy cerca de nosotros y es el camino que conduce de la cabeza al corazón.
Cada mañana recordá que de todos los lugares a donde podés ir, hay uno que podés visitar cada día, y ese lugar está en tu corazón, donde encontrarás felicidad, bienestar, dicha, honda satisfacción, serenidad y por sobre todo paz profunda!
¡Abrazos al corazón!
Alex Vales